jueves, 29 de abril de 2010

El Panadero



No era un ladrón, nunca en el colegio robó un lapiz ni le sacó una manzana sin permiso a su tía que vendía en la feria. Incluso nunca comió un pan sin permiso en la panaderia donde trabajó por 10 años, pero el destino lo obligó una buena noche a robar.

Era el año 89 y pronto serían las elecciones presidenciales, Allwyn, Errasuriz y Vigie. Luis con la tele encendida miraba sin atención los discursos de los 3, pensando qué haría sin trabajo, el gobierno militar le había dejado una inseguridad para con sígo mismo, y ya no sabía que era bueno y malo, alguna vez se cuestiono si matar a un militar sería bueno, pero la conciencia social le dijo que no, que lo bueno era matar a un pobre, ojala ladrón, y todos pensaban así, el principal logro de la dictadura fue meterse en la mente de cada persona, y atacar desde dentro, pocos podían pensar, o al menos pensar y decirlo, Luis intentaba no hacerlo, estaba resignado a ser un tonto, y trabajar sin darse cuenta que así se pasaba el tiempo. Cuando lo despidieron de la panaderia pensó en ir a rayarle el negocio, despues pensó en hacer correr el rumor de que era del MIR, finalmente se decidió por no hacer nada, sólo lamentaba los 10 años de no haberle comido un pan sin permiso, su madre le había dado los mas grandes valores el cual respetó ridiculamente por 30 años, y ahora analizaba la vida, y los 30 años no le servían de nada, aun vivía con la madre de los valores, aun tenía su pieza con el mismo color azúl de la infancia, y aún tenía el poster del perrito que le regalaron teniendo 12 años, conservaba el teclado casio, que jamás aprendió a tocar y los 3 peluches que le regalaron para su cumpleaños 15, Miró con odio su cama, su pieza, su vida, sus brazos sin cortar venas, sus bolsillos completamente vacios, y su miedo a contar su rabia.
Salió a la calle, esperaba no encontrarse con un jeep militar, eran las 10:30 y el Toque de queda aún corría aunque con menos rigurosidad que en los años anteriores, se alejó de su casa a paso lento, buscando gente que no conociera, estaba nervioso, sería su iniciación en los robos, y sólo tenía un cuchillo cocinero sin filo, esperaba no ocuparlo, porque haría el ridiculo en el intento, cada cara le parecía conocida, y temía asaltar a alguien que lo conociera a él, y terminara su madre por enterarse. Su vida se volvería un infierno, o algo peor al que ya era. Sus manos sudaban muy frío, era Noviembre y corría mucho viento, el cuchillo le pinchaba la pierna al dar pasos, ninguna posible víctima, todos se veían buenos, todos se veían felices, y Luis no tenía el valor de influir en ninguna vida. Hasta que de lejos vislumbro el ser adecuado. Era un hombre de unos 60 años, pelo blanco, mirada de cansancio y rabia, parecía no ser un hombre feliz, y Luis pensó que por suerte no le haría daño a su estado de animo. Parecía tan triste el hombre que hasta sería bueno que le sucediera algo contable, quizas hasta mas gente se le acercaría, con el fin de escuchar el asalto. Otro punto a favor es que no parecía tener fuerza fisica, lo cual facilitaría la acción. Se acerco a paso firme, y cuando ya estuvo lo suficientemente cerca miró para todos lados, se persignó y empuño el cuchillo aun en el bolsillo. El tipo al verlo no sintió miedo, durante ese tiempo, nadie temía a los ladrones, la gente le temía a todo el resto, todo el poder, todo contra lo que no podía quejarse, se temía a si mismo, le temía a los familiares delatores, le temía a pensar en voz alta, sin embargo no a los ladrones, casi se pensaba que habría que ser estupido para salir a asaltar con toque de queda.
Se acercó por la espalda y puso el cuchillo en el cuello, no debió decir mucho, apenas dijo "entregue lo de valor", y la víctima ya se sacaba el reloj, y entregaba la billetera, Luis recibió agradecido los objetos y caminó veloz pero alegre, despues de mucho tiempo sentía que había sido capaz de hacer algo que no lo hiciera sentir humillado. Es más, se sentía vivo e intocable, podría haber aparecido un jeep con milicos y se hubiera enfrentado, entendiendo su muerte como una manera valiente de morir. Era una sensación nueva y casi impropia. Llegó a casa, cerró con pestillo la puerta de su habitación y comenzó a analizar el botín. El reloj era falso, la billetera era de cuerina, apenas tenía 3 mil pesos. Pensó que solo había robado dignidad y era más de lo que le había entregado su madre, la educación pública y la sociedad egoísta del momento. Se sintió inmensamente agradecido de.... buscó entre los documentos y encontró el carnet "Jacinto Luis Pailliluf Carmona", por medio de los papeles de la billetera se enteró que se inyectaba insulina, tenía tarjeta en Din, y estaba endeudado en la misma, por 200.000 pesos, tambien supo que trabajaba en una empresa de zapatos, y ganaba el mínimo, es decir casi 90 mil pesos. Que hacía "pololos" de gasfiter, y tenía dos hijas, que aunque se veían chicas, por el gastado de las fotos, debían ya ser adolescentes. Pensó que despues de todo no estaba tan solo como lo imagino en la primera impresión, al menos tenía hijas, seguramente esposa, nadie se endeudaría por 200 mil si no tiene familia, no ser que fuera un tipo tonto, pero por apariencia no lo representaba. En definitiva se había equivocado, Jacinto no debe haber estado mejor despues del asalto. Pensó que algo debía hacer, de algún modo se sentía revivir por el suceso, y le daba las gracias a él, pensó que debía agradecerselo de un modo significativo.
Esperó dos días, para no levantar sospechas, tenía la certeza de que Jacinto no reconocería su rostro, pero de todos modos usó lentes oscuros, y un jockey, caminó hacia la dirección que salía en el recibo del teléfono (previamente llamó y pidió hablar con Jacinto, cuando le dijeron que esperara, cortó, asi supo que realmente vivía allí, tambien supo que una de sus hijas debía tener alrededor de 16 años, y por ende la otra unos dos años más chica o mas grande) Primero pasó por fuera de la casa, vió que tenían entrada de autos, pero en el espacio había crecico maleza, y el candado estaba hoxidado, no tenían auto, y se veía una bicicleta pistera con canasto de fierro, que seguramente acompañaba a Jacinto a sus quehaceres de Gasfiter. Llegó a la esquina de la calle, compró cigarros en el almacen y caminó de vuelta, volvió a mirar la casa y se fijó que había ropa tendida, sí, confirmado que era el padre de una familia, la casa parecía alegre, había sido encerada hace uno o dos días maximo, tenían un carro la feria con papas. Si, era una familia feliz, se sintió mal de haberle causado un mal a un hombre feliz, lanzó el carnet hacia adentro y caminó hacia su casa.

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